PREVENCIÓN DEL CÁNCER CÉRVICO UTERINO: UN RETO PARA EL PEDIATRA

Dr. Fernando Ruiz-Esquide Espinoza
Pediatra,  MBA Salud

El cáncer cérvico uterino cobra unas 900 vidas anuales en Chile, siendo la 4a causa de muerte por tumores femeninos. La prevención de la infección genital a los virus papilomas oncogénicos y el diagnóstico precoz de las lesiones precancerosas son las medidas más eficientes y costo-efectivas para combatir esta mutilante enfermedad.

Los primeros pasos que se dieron en Chile para el diagnóstico precoz de la enfermedad fueron en los años sesenta, con la implementación progresiva de laboratorios de citología, para la toma del examen de Papanicolaou en los consultorios públicos del país.  Al lograr diagnosticar estos cánceres en etapas muy precoces los tratamientos fueron mucho más efectivos,  traduciéndose en un descenso de la mortalidad a casi la mitad.

 Lo que falta, ahora, es poner más énfasis en la prevención de la infección por los virus papiloma de trasmisión sexual, a fin de continuar reduciendo la morbi-mortalidad a niveles aún más bajos.

 Se sabe que el 70 de estos cánceres está relacionado con la infección por virus papiloma humano tipos 16 y 18 y que en dos de cada tres mujeres entre 14 y 25 años prevalecen estos virus, porque la muchacha tiene una mucosa cervical más delgada y proclive a la infección, si se la compara con la mujer mayor. A ello se suma la otra condición, que es el inicio de la vida sexual en edades más precoces.

Si bien el mecanismo de control más profundamente humano de esta transmisión es la sexualidad responsable y la pareja estable, también ayuda enormemente el uso de vacunas ampliamente probadas, antes de que las jóvenes se infecten, en edades tan tempranas como a los trece años.

En nuestro país aún no se han incorporado estas vacunas en el plan nacional público de inmunización, de manera que los profesionales de la salud debemos hacer una promoción activa acerca de sus ventajas.

Bajo este prisma somos los pediatras los mejor posicionados para promover planes de vacunación innovadores, porque estamos más familiarizados con la prescripción de vacunas nuevas que impiden el desarrollo de enfermedades deletéreas en la edad adulta como, por ejemplo, la hepatitis B. En este caso el enfoque es el mismo; iniciar la protección en la edad infantil, para evitar que la mujer adulta desarrolle la enfermedad.

Obviamente que se debe proceder con tino y delicadeza, respetando la impronta cultural, creencias e intereses de la joven y su seno familiar.

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