COMPRA DE CAMAS PARA HOSPITALIZAR

COMPRA DE CAMAS PARA HOSPITALIZAR

Dr. Fernando Ruiz-Esquide E.

MBA Salud

LA TERCERA, Martes 19 de Agosto de 2014

Han sido frecuentes las noticias sobre el agudo déficit de camas en los hospitales públicos, mientras arreciaba la gripe entre la población. También ha contribuido a ello el paro en el Hospital Del Salvador. Paralelamente los artículos han bosquejado diferentes soluciones, principalmente la compra de camas al sector privado.

No es fácil para los hospitales aumentar el número de camas, sin caer en una costosa capacidad ociosa cuando la demanda vuelve a descender a los niveles basales. Su enorme costo se explica porque la cama hospitalaria es un término que sobrepasa largamente el concepto de lecho donde reposa un enfermo. Es una noción técnica que incluye variables como la dotación de personal, equipos para tratamiento, imágenes, laboratorio, farmacia y apoyo quirúrgico, entre otros. Se puede transitar desde la cama UCI a la cama básica.

En cifras promedio anuales, el sistema público tiene un índice ocupacional de sus camas de un 70 a 75%, pero al desagregarlos por especialidad, hay servicios como los de medicina interna y cirugía que sobrepasan el 80%. A su vez, el sector privado tiene un índice ocupacional más bajo, de modo que es posible comprar camas en él, pero solamente en la Región Metropolitana, Arica, Antofagasta, Viña del Mar y Concepción. En el resto de las ciudades el sector privado no dispone de clínicas con capacidad significativa para hospitalizar.

Pese a esta limitación, la compra de camas a clínicas privadas ha sido una salida al cuello de botella, pero ha sido criticada por ser costosa, incierta y más de una vez la adquisición a parecido poco trasparente. Es una opción cara para el Fisco, porque su costo es, en promedio, de $ 650.000 diarios, con una dispersión que va entre $ 130.000 y $ 1.196.356, según datos publicados por El Mercurio el 18 07 14, mientras que el costo de la cama hospitalaria varía entre $ 80.000 y $ 150.000. Estas camas, llamadas integrales, porque se licitan para ser usadas a futuro las adquiere FONASA a nivel nacional a través del Programa de Compra a Privados. Según la necesidad puntual de cada servicio de urgencia hospitalario, asigna el cupo a través de una unidad centralizada, dependiente de la Subsecretaría de Redes Asistenciales. Esta solución es un tanto incierta, porque muchas clínicas no disponen de cupos cuando el sistema público los requiere, debiéndose recurrir de urgencia a una clínica de mayor complejidad y más costosa que la necesaria. La alternativa debe perfeccionarse mucho por la magnitud de los dineros fiscales requeridos, más de $ 20.000 millones anuales, según un informe de la Comisión de Salud del Senado. El plan no sólo debe desarrollarse con absoluta trasparencia, sino que hay que evaluar los resultados al fin de cada temporada, en términos de costo beneficio. Además de lo anterior, este mecanismo podría hacerse mucho más económico, si se internalizara la idea de intentar trasladar primero a pacientes que están más estables dentro de su gravedad, que ya no necesitan de costosas camas de alta complejidad, en vez del enfermo grave e inestable que viene ingresando y que no tiene cupo. Este enfoque es muy fácil de aplicar en recién nacidos, que corresponde a la tercera especialidad que más deriva.

Pero existen otras opciones, que se podrían implementar:

La primera que salta a la vista es mejorar la ocupación de camas hospitalarias a niveles mayores al 80%. Esto pasa por monitorizar mejor a los pacientes agendados para ser operados, que no concurren al hospital el día de la citación y el cupo se pierde porque nadie se asegura si el paciente acudiría o no. Es muy común que un paciente que tiene reservada una cama con semanas de anticipación para ser intervenido, en la víspera que tiene que internarse se resfríe o tenga otro problema que le impida operarse. El paciente o sus familiares no avisan que no se presentará, tampoco podrían hacerlo porque ningún hospital público tiene habilitada una línea telefónica que le permita estar en contacto con el enfermo. Con sólo gestionar adecuadamente esta iniciativa, que es responsabilidad del hospital y no del paciente, podría significar para los servicios públicos aumentar la utilización efectiva de camas cerca de un 7%, que podría pasar a engrosar los cupos disponibles para las emergencias.

Otra estrategia que da buenos resultados es la hospitalización abreviada, en que al paciente se le mantiene internado durante el período crítico, continuando con una hospitalización domiciliaria durante el resto de su convalecencia. Esta alternativa mixta contribuye, además, a la contención de costos. Se necesita el mejor apoyo familiar, confort necesario y el control ambulatorio diario por un equipo médico.

Las dos últimas opciones pueden resultar muy útiles en las regiones en que la compra de camas es cara por falta de suficiente oferta.