LOS TEMIDOS Y MOLESTOS CÓLICOS DEL LACTANTE

 

Cuando un bebé llora recurrente e inconsolablemente por tardes enteras, no tiene sueño, no siente hambre, ni está enfermo y a la mañana siguiente amanece saludable y presenta una mirada enternecedora, lo más probable es que sufra de los incómodos cólicos primarios, que afectan a casi un tercio de los niños o niñitas, principalmente en el primer trimestre de vida. Este alboroto paroxístico se ha propuesto llamarlo llanto excesivo o primario, haciendo hincapié en la gritería fenomenal para quitarle la connotación de dolor abdominal ya que, ahora, se piensa que tiene un origen que excede el aparato digestivo.

El síntoma no es menor, ya que obliga a los padres a ingentes gastos médicos y pone a prueba tanto su paciencia como la de los vecinos, que se preguntarán si no se tratará de un caso de maltrato infantil.

No se sabe si es más frecuente en el primer hijo o en los siguientes. Lo que pasa es que cómo los padres ya han pagado el noviciado, no se angustian tanto en los niños siguientes.

Más que llorar, el niño grita. El síntoma se inicia en las primeras horas de la tarde en forma más bien brusca y sin motivo aparente. A pesar de los diversos intentos por calmarlo, en niño no encuentra consuelo hasta que, de manera también imprevista, el llanto cesa y el niño se queda dormido, ya entrada la madrugada. En este momento aparece otra zozobra familiar; imponer un silencio absoluto, no sea que el nenito se vaya a despertar. En las mañanas el niño está tranquilo, progresando en su desarrollo psicomotor y subiendo bien de peso, como si no pasara nada.

Es usual que durante las crisis, el bebé esté rígido, con la cara enrojecida y unas gotas de sudor perlando su frente. Además, encoje las piernas, aprieta sus puños, arquea la espalda y el abdomen está distendido, lo que indica que el tragar aire – aerofagia – juega algún papel en el síntoma. El niño no tiene fiebre ni vómitos. Las deposiciones son frecuentes y de características normales para la edad. El examen segmentario y, en particular la acuciosa evaluación de ambas membranas timpánicas, son normales.

Diagnóstico

El diagnóstico es clínico y se basa en la historia de llanto primario con las características que hemos descrito y la ausencia de alguna enfermedad que pueda originar un llanto secundario, como una hernia inguinal incipiente. Es muy importante la experiencia del pediatra, a fin de pedir los exámenes indispensables y saber dar seguridad a los padres.

Manejo

Como se trata de una situación que angustia mucho a los padres el pilar básico en el manejo es tranquilizar a aquéllos, despejando los sentimientos negativos que pueda generar un niño tan llorón, minimizando, así, la gran ansiedad familiar.

Hay que enseñar a los padres a alimentar al bebé tratando que ingiera la menor cantidad de aire posible, durante la mamada o la toma del biberón, por lo que son aconsejables mamadas más cortas y frecuentes. Es muy útil conseguir un buen eructo final y sobar la guatita con el niño echado.

El masaje se realiza presionando el abdomen del niño con movimientos circulares, en el sentido de las agujas del reloj, como se ilustra en la foto. También ha demostrado ser útil colocar en el abdomen una toalla húmeda y caliente.

Si el llanto es desconsolado están indicadas las gotas antiaerofágicas. Si no bastara, se puede incorporar probióticos, 1 sobre al día, que regularizan la flora intestinal y reducen la distensión abdominal. Si el niño se alimenta al pecho, se debe considerar en primer lugar la exclusión de la leche de vaca a la madre y luego el uso temporal en el bebé de una fórmula a base de leche completamente hidrolizada o de soya, que es de menor costo. Si ya se alimenta con biberón, han resultado efectivas las fórmulas en que se ha hidrolizado parcialmente la caseína y tienen un bajo tenor de lactosa. Me refiero a las – leches comfort – como podría ser la S26 comfort. Sólo en contadas ocasiones están indicados los antiespasmódicos.