OBSTRUCCIÓN DEL CONDUCTO LAGRIMAL EN EL LACTANTE MENOR

El recién nacido normal llora sin lágrimas hasta el mes de edad. Sin embargo, en cerca de un 5% de los bebés aparece un lagrimeo anticipado y persistente en el ángulo interno del ojo, tan precoz como a las dos semanas de vida. Este hecho anormal probablemente corresponda a una obstrucción congénita de la vía lacrimal que impide que la lágrima drene normalmente hacia la nariz. Se llama también epifora, porque es un goteo que no es desencadenado por dolor ni por alguna emoción.

El pediatra es el primer profesional que se da cuenta de este lagrimeo casi constante que rebalsa al del párpado, porque está tapado el drenaje natural. Con cierta frecuencia la conjuntiva se infecta, apareciendo ojo rojo, edema del párpado y el lagrimeo se vuelve turbio, amarillo verdoso.

En la mayoría de los niños el conducto se abre por sí solo antes de cumplir el año de edad, bastando un aseo de la zona lacrimal varias veces al día, con suero fisiológico o una agüita casera con una solución de manzanilla o té simple, que calma la comezón. Si la lágrima es purulenta, existe una conjuntivitis sobre agregada, En este caso hay que usar un antibiótico local, usualmente en la forma de colirio. A veces la infección se extiende al saco lacrimal, en el ángulo interno del ojo, produciéndose una dacriocistitis, complicación más grave, que obliga a una consulta pediátrica de urgencia. A veces la epifora es bilateral.

La inquietud de los padres, va creciendo a la par del tiempo que dura este lagrimeo y la aparición de conjuntivitis. colirio antibiótico está sobre infectada y hay que tratar la conjuntivitis con un colirio antibiótico.

No se sabe por qué algunas guaguas nacen con este retraso en el desarrollo de la permeabilidad del conducto lacrimal, la que empieza a normalizarse a partir del sexto mes de vida. Siendo clave, insistir en el aseo ocular, el masaje del saco lacrimal y saber tranquilizar a los padres. Si se prolonga más del año, será necesario hacer un cateterismo de la vía lacrimal con un estilete muy finito, procedimiento que hacen muy bien y delicadamente los oftalmólogos.

¿Por qué se produce este molesto síntoma?

Las lágrimas que son una secreción trasparente, necesaria para mantener la córnea húmeda y evitar que ésta se reseque y se perfore, desagua a través del conducto lacrimal hasta la parte posterior de la nariz. Es por ello que cuando lloramos la nariz se pone moquillenta. Este conducto en el feto es sólo un cordón y durante el primer des de vida se va canalizando espontáneamente. En un poco más de un 5% de los bebés sanos, esta tunelización está retrasada, siendo más frecuente en aquellos recién nacidos que han sido prematuros. Más raramente existe una membranita que impedirá que el conducto pueda permitir al paso de la lágrima, siendo evidente cuando la epifora se mantiene más allá del año, siendo éstos los casos que requieren de tratamiento oftalmológico, para permeabilizar adecuadamente el conducto. El procedimiento hay que hacerlo con el niño anestesiado.