FRÍO Y RESFRÍO

El resfrío y la gripe son enfermedades que se contraen con mayor frecuencia en invierno, pero el frío en sí mismo no es la causa estas dolencias.

Es muy importante analizar el tema, tanto por la enorme gravedad que está adquiriendo en estos días tan helados, como por el impacto laboral. Actualmente el 25% de las licencias por enfermedad común se deben a cuadros respiratorios agudos y 2/3 de los subsidios otorgados por enfermedad de niño menor de un año, obedecen a la misma causal.

En los días fríos y lluviosos los niños no salen al aire libre, de manera que permanecen mucho más tiempo en salas cunas y jardines favoreciéndose el contagio.

Un equipo de investigadores norteamericano descubrió que en ambientes helados los virus respiratorios se cubren de un material graso que se endurece como un manto protector. De ahí viene el nombre de “virus con manto”

Esta capa la forma el virus en ambientes muy helados para protegerse. Así puede sobrevivir y pasar de persona a persona, con lo que la posibilidad de una epidemia, según el invierno se vuelva más crudo.

El recubrimiento se derrite al entrar en contacto con las mayores temperaturas del tracto respiratorio, haciendo que el virus se active y multiplique en la intimidad de las vías respiratorias.

Por otra parte, el frío también afecta las defensas de los pacientes al inhibir el flujo sanguíneo nasal, porque disminuye la presencia de los leucocitos protectores, favoreciendo la nidación y crecimiento de los microbios.

Por si fuera poco, con el frío, los vellos nasales que corresponden al sistema de defensa natural que tenemos en la nariz, pierden movilidad. Esto impide que controlen el paso de microorganismos, los que pueden llegar con más facilidad a los pulmones.

Otro factor que hace que los niños tengan más resfríos  y gripes en invierno, es la contaminación domiciliaria que se produce en las casas a causa de una menor ventilación, la sequedad ambiental y los cambios bruscos de temperatura.

El cansancio también parecer estar relacionado. Ya que según estudios de investigadores japoneses, se produciría un enlentecimiento de la respuesta inmunológica contra la infección.

Conociendo estos factores que predisponen a que los niños y adultos se agripen, está en nuestras manos prevenir el contagio en la medida de lo posible.

Las principales recomendaciones son: lavarse las manos antes de atender a un niño, abrigarse bien cuando se sale al frío, procurar que el niño duerma y se alimente bien y el uso de mascarilla en los adultos que tienen catarro y tos.