MEDICINA PRÁCTICA

Con este nombre nos referiremos a un tema práctico, desarrollado profesionalmente, cercano y lleno humanidad. Se refiere a las plantas medicinales y a medicamentos sencillos, que permiten administrar al niño enfermo terapias suaves, al alcance de cualquier mamá.

Los temas que iré comunicando semanalmente no tienen la pretensión de desautorizar la medicina tradicional, muy por el contrario la complementan. Pretenden ser un elemento medicinal seguro que se aplica mientras se consulta a un médico convencional que puede hacer el diagnóstico del padecimiento.

Los más de treinta años que llevo dedicado a la enseñanza universitaria de la pediatría me han permitido aquilatar la real dimensión de muchos principios terapéuticos que están al alcance de la mano y se encuentran en armonía con la naturaleza. Cuesta entender que la terapéutica basada en lo natural, que ha ido adquiriendo cada vez más importancia, sea sistemáticamente marginada de los círculos académicos.

La medicina natural nace con el hombre mismo, con la aparición de la cultura, hace milenios. En los albores del siglo XIX se nutre ya no sólo de la observación práctica y cotidiana, sino también del rigor de la fisiología y la antroposofía. Hoy, en pleno siglo XXI adquiere tonelaje científico, transformándose en una herramienta auxiliar para la medicina docta a muy bajo costo, muchas veces con plantas y sales que están en cualquier hogar.

La eficacia de la medicina natural, muchas veces casera, tiene un alto componente de credibilidad en el clínico que la indica, de ahí el valor de la confianza que debe existir entre el paciente – en nuestro caso papás del paciente –  y el médico. En este hecho radica una de las ventajas frente a la medicina alopática que es muchísimo más calculada, que se fija casi exclusivamente en los padecimientos del cuerpo. Digo esto porque el paciente no es sólo un cuerpo doliente, tiene un yo, que se va formando a la par del cuerpo físico. Cuando nacemos no sólo somos una creatura que pesa y mide tanto y su Apgar fue tal o cuál. Junto con irse formando nuestros órganos, se han ido constituyendo también los miembros del alma humana o de nuestro espíritu, si se prefiere. El espíritu o cuerpo etérico es relevante. Se va desarrollando en el niño a través de la imitación de su ambiente familiar y social, hasta alcanzar su 1er  nivel de desarrollo hacia los seis años de edad –para cuando cambian los dientes, decían los antiguos clínicos- En este 1er estadio, esencialmente formativo, el niño se entrega enteramente a todo lo que está a su alrededor. Es clave una educación con mucho cariño y estar conscientes de no pedir al niño que comprenda esto o aquello, de no discutir con él, sino de enseñar con nuestro ejemplo. En este contexto todas las enfermedades, no solo afectan al cuerpo físico sino, principalmente, a su cuerpo etérico.
Las mamás que han tenido mellizos puede que entiendan mejor el párrafo anterior, sobre la importancia del cuerpo etérico. Cada vez que nacen gemelos, a los primeros vagidos, yo le pregunto a la flamante madre cuál de los recién nacidos es el más tiernucho. La madre señala a uno. Pasan meses o años y le vuelvo a hacer la misma pregunta; invariablemente la sorprendida mamá vuelve a señalar al mismo gemelo. ¿Cómo se dio cuanta tan precoz y certeramente cuál de los dos tiene un ánimo más cálido…?

1er  TEMA

Para el primer tema escogí algunos dolores de la infancia que suelen quitar el sueño a los padres. Escogí el dolor por la frecuencia que tiene en el niño y porque este síntoma es el que mejor nos recuerda la importancia de la salud. La  salud se ha definido de muchas maneras. La que mejor calza aquí es decir que la salud es el silencio de nuestro cuerpo. Así es, ya que uno no tiene presente permanentemente a sus oídos, hasta que le duelen…; o las muñecas, hasta que las molestias no nos dejan mecanografiar, siendo que instantes antes éramos  indiferentes a la habilidad que tenemos con ellas… ¿Se fijan? La salud es el silencio de nuestros órganos y sistemas.

Dolor de oídos

En medicina se llama otalgia. Frecuentemente puede corresponder a una otitis propiamente tal o acompañar a un cuadro febril, tan común en la infancia. El lactante suele despertar antes de amanecer gritando y despertando a todos; hasta  hace sonar mi teléfono de tan fuerte que llora…

Hay que hacer algo inmediatamente para calmar los ánimos y esperar hasta la mañana, para evaluar médicamente su origen y tratamiento consecuente. Aconsejo dos medidas prácticas y simples:

a) Calor húmedo
El calor disminuye notablemente el dolor de oídos. Hay que tomar la precaución de que sea calor húmedo, porque penetra mejor los tejidos. Es lo mismo que cuando se desea planchar un traje. Colocamos un paño húmedo entre la plancha y la tela, para que se aplanche bien. Es raro que en un hogar no exista un guatero. Llenar el guatero con agua caliente y cerrarlo (debe ser un guatero con tapa rosca, para evitar derramamientos del líquido caliente). Luego se envuelve el guatero completamente con una toalla mojada y estrujada y apliquen el envoltorio en la oreja que el niño dice que le duele. Aparte de disminuir el dolor, se produce una sensación placentera y el angelito se dormirá apaciblemente durante unas tres a cuatro horas.

b) Aceite comestible
Otra alternativa que tiene un fundamento similar es aplicar una o dos gotas de aceite de comer, tibio, en el ostium dela oreja.  Hay que tomar la precaución de que el aceite esté a unos 38 – 39 º.C, lo que comprueba vertiendo unas gotitas del aceite en el dorso de nuestra mano, donde debemos encontrarlo ligeramente tibio. Cualquier aceite comestible sirve. Suele preferirse el aceite de oliva, por las propiedades de éste para disolver el cerumen. Cuando uno revisa al niño, puede retirar estos restos con facilidad, dejando a la vista la membrana del tímpano.

Cólicos del lactante

Esta molestia tan frecuente y que también tiene predisposición por acentuarse de noche, no existe. ¿Cómo que no existe?  Así es. Llamamos cólico del lactante al llanto recurrente e inconsolable en un bebé bien alimentado y sin patología evidente, pero en verdad, el niño llora por algo concreto. Lo que pasa es que los pediatras no sabemos reconocer la causa con facilidad. Este cólico sin causa aparente lo llamaremos cólico primario. El niño no tiene fiebre, no vomita o lo hace muy escasamente y sus deposiciones son de características normales para la edad y tipo de alimentación. Es una situación que angustia mucho a los padres. Obviamente hay que estudiar al niño, para descartar una infinidad de causas que pueden ocasionar dolor abdominal. El diagnóstico de cólico primario es por exclusión.

Es clave tranquilizar a los padres, despejando cualquier sentimiento negativo que pueda generar un niño llorón.

¿Qué aconsejar para salir del paso?

a) Baño tibio. Yo he recomendado con éxito el baño sedante con toronjil (melisa) o avena. El toronjil es la hierba relajante por excelencia. Si bien, entre nosotros se comúnmente como infusión o para condimentar platos pesados, pero también puede ponerse unas hojitas de la hierva en el agua de la bañera.

El toronjil es una planta que no pierde sus hojas en invierno, de olor penetrante, que se puede cultivar hasta en un balcón. No debiera faltar en ninguna casa. Para el caso de la avena se procede igual.

b) Infusión de menta o manzanilla. Para un lactante pequeño hay que preparar un biberón de 30 ml con agua recién hervida y ligeramente azucarada, al cual se añade unas hojitas de menta o un sobre de té de manzanilla. Se administra tibio.

En realidad cualquier infusión es beneficiosa, siempre que no sea tóxica. También podría usarse cáscara y hojas de naranjo, orégano y muchas otras.

La ventaja de la menta y la manzanilla es que tienen el mayor contenido de ésteres aromáticos, que son el principio activo que produce la relajación de la musculatura visceral.

c) Derivados de la simeticona, que en realidad inhiben la distensión gastrointestinal causada por la deglución del aire, al llorar o al amamantarse, atenuando un dolor cólico, que en realidad no es tal. Calma las molestias de la distensión abdominal del lactante. Sin embargo, es el único medicamento para el probable dolor abdominal que uno puede recomendar por teléfono, en espera de examinar al niño posteriormente. Se administran 2 gotas por cada kilogramo de peso de la guagua, unas tres a cuatro veces al día. El los lactantes que se alimentan con fórmulas lácteas, se pueden agregar a las mamaderas, hasta cuatro veces al día.

Golpes en la cabeza

El niño que recién comienza a andar y hasta los tres años, se golpea con mucha frecuencia la frente; ya sea que choca con un ventanal, o se pasa a llevar con el canto de una puerta o con el borde de una mesa.

Los adultos a cargo del cuidado del niño que se ha magullado se angustian mucho, sobre todo porque casi nunca ven al niño al momento de golpearse, solamente sienten el ruido de la contusión y el vagido agudo emitido por el niño.

Las madres recurren al pediatra a través del teléfono para que las orienten. Éstas quedan agradecidas de una serie de medidas simples y útiles que se pueden aconsejar. Previo a ello el médico debe preguntar por algunos datos, como precisar si hay cortes en la piel o sólo moretón; si fue golpe o caída; si el niño perdió brevemente el conocimiento y si hay evidencias de otros porrazos en el cuerpo, etc. También debemos preguntar a los padres si están familiarizados con la toma de signos vitales simples, como el pulso y la frecuencia respiratoria. Los vómitos que frecuentemente acompañan al golpe, no nos dicen nada sobre la gravedad del cuadro, porque son muy inespecíficos. Los vómitos que podrían indicar gravedad en un traumatismo son los vómitos tardíos, es decir cuando se producen al día siguiente e, incluso, un poco después.

¿Qué decir por teléfono, que sea útil y prudente?

a) Hielo picado. Si no hay cortes, es siempre beneficioso. La idea es juntar una taza de hielo picado, colocarlo en una bolsita plástica y luego envolver con un pañuelo. Se aplica sobre el moretón en ciernes, hasta que la piel quede roja de frío. El hielo precoz es la medida antiinflamatoria más exitosa que se conoce para una contusión.

b) Vigilar los signos vitales del niño en las seis horas siguientes, hasta que el chico sea examinado por el médico.

c) Dipirona en supositorio: 1supositorio de 250 mg para un niño de más de 10 kilos, por una vez. El uso de algún fármaco lo recomiendo solamente si conozco la objetividad y serenidad de los padres y siempre después de asegurar los puntos anteriores.