ALERGIAS ESTACIONALES

Fernando Ruiz-Esquide Espinoza

La alergia,  en el sentido más común de la palabra,  corresponde a una respuesta exagerada del organismo contra una sustancia.  En términos simples, una alergia es una reacción desproporcionada del sistema inmunitario frente a una sustancia que es inofensiva para la mayoría de la personas,  pero que el organismo del alérgico reacciona de manera desusada, provocando síntomas que pueden ir desde molestias leves hasta otras que pueden poner en riesgo su vida.

La primavera y el inicio del verano son las épocas del año en que los cuadros alérgicos tienen su apogeo y significa para muchísimas personas una infinidad de síntomas y signos muy molestos,  como congestión nasal,  erupciones de la piel,  asma, molestias gastrointestinales  y otras.

¡Pobre de la persona que sobrelleva una alergia, la acompañará durante toda la vida impidiéndole, muchas veces, hacer sus actividades cotidianas!

Algunas alergias son bastante fáciles de identificar debido a que el modelo de los síntomas que suceden a la exposición del alérgeno es siempre igual y muy evidente.  En cambio,  hay otras que no son evidentes, siendo necesario recurrir a test diagnósticos cada vez más complejos y costosos.

Es importante tener presente que cualquier sustancia puede provocar alergias. Sin embargo, algunas lo hacen con mayor frecuencia, como los alérgenos trasportados por el aire, especialmente  el de diferentes plantas y pastos que son, típicamente, de este período del año. Lo interesante es que el polen que más alergias produce, proviene de flores poco aparentes, carentes de perfumes y colores llamativos, como el resentimiento de algunas damas poco agraciadas.

Si bien la medicina ha podido exhibir progresos notables en el diagnóstico, con determinaciones cada vez más finas y precisas en las inmunoglobulinas involucradas – las Ig E – no puede ufanarse de avances en el tratamiento para la persona común y corriente que sufre las molestias.

Los llamados medicamentos antialérgicos son cada vez más costosos y la industria farmacéutica saca cuantas cada vez más alegres por la comercialización de estas sustancias.

Son muy pocos los consejos simples y económicos que uno le puede dar a una persona alérgica.  Tal vez el más práctico sea que gaste su dinero en tratar de averiguar a qué es alérgico y que aprenda a convivir razonablemente con los síntomas,  procurando que su médico le entregue alternativas de tratamiento  razonables para controlar la exacerbación de las molestias, pero que no busque su eliminación,  porque no lo conseguirá.