¿BROTE DE MENINGITIS?

Esquema  de una  punción  lumbar, que es necesaria  para certificar el diagnóstico de meningitis

Los últimos casos de meningitis meningocócica infantil – 87 en lo que va corrido del año, contra 52 en el mismo período del año pasado – están produciendo una justificada alarma entre los padres. Han sido muchas las consultas a los pediatras y numerosas las asistencias a los servicios de urgencia, por el temor de que el niño tenga la enfermedad, sobre todo en las regiones de Santiago y Valparaíso.

La inquietud es general, especialmente si el hijo es un menor de 4 años. Detenerse a afirmar o negar que estemos frente a un brote puede ser muy relevante para un salubrista, pero no lo es para el diario vivir de los padres de un niño en edad de enfermarse.   A éstos lo que más les interesa es cómo prevenir la meningitis. Ahora, si el hijo tiene  simultáneamente fiebre alta, mucha irritabilidad, vómitos violentos y/o púrpura, lo que necesitan es tener un diagnóstico, en la medida de lo posible.

Es probable que la seguidilla de casos diagnosticados estos días tenga una explicación precisa, ya que estamos finalizando una estación fría, época del año en que se concentran las faringitis del adulto, el cuadro clínico en que se atrincheran los gérmenes que causan la meningitis infantil. Controlando estos cuadros faríngeos  –  lo que se produce espontáneamente con la llegada del clima cálido – se controlará el reservorio del meningococo, que es exclusivamente humano.

La meningitis es una enfermedad grave, sobre todo si es causada por el meningoco de los tipos B, Y y W-135.  Hasta ahora no existe una vacuna muy efectiva contra el meningococo tipo B, pero existen contra los  serotipos A y C y, recientemente, contra el  Y y el W-135.  Según la información disponible, estas vacunas estarán ampliamente disponibles en el país a partir del mes de noviembre.

Lo anterior no significa que el esfuerzo sanitario tenga que hacerse exclusivamente a través de la inmunización. Claro que no. Al evitar que los adultos tosan cerca de los niños, al usar mascarillas desechables si tenemos un resfrío, al preferir ambientes bien ventilados, al promover una alimentación rica en vitaminas naturales y al lavarse bien las manos antes de atender a un niño, contribuimos de manera muy efectiva a evitar la propagación de estos agentes infecciosos.

Sin perjuicio de lo anterior, si un niño abruptamente presenta fiebre elevada, compromiso del estado general, vómitos “en proyectil” y manchas oscuras en la piel, lo más prudente llevarlo al médico.