ERRORES COMUNES CON LA LLEGADA DE UN NUEVO BEBÉ AL HOGAR

Llega otra guagua al hogar y todo se revoluciona. Los primeros días de convivencia familiar pueden estar cruzados por titubeos. A veces, incluso, las mamás llegan a cuestionar su capacidad para afrontar adecuadamente la situación. Sea el primer bebé, el segundo u otro, las dudas son habituales.

Estamos tan acostumbrados a lo descrito, que el pediatra debe sospechar de la calidez afectiva de una mamita que no experimente estas dificultades, por mucho que haya bienestar económico…

Es muy importante haber preparado con anticipación un lugar para el nuevo miembro de la familia. Este rincón no necesita nada de extraordinario, tan sólo que debe ser propio para él, si basta con un atadito de paja y unos pañales de lino – iguales a los que venden algunos paisanos del barrio Patronato – para que la guagua se sienta tan gratificado como el niño Jesús en su pesebre.

Tan importante como lo anterior es la estabilidad psicológica que la mamá debe haber entrenado en este ámbito. Es decir, saber enfrentar esta realidad cuando las condiciones son adversas. Una excelente pregunta para saber qué tal está este adiestramiento es indagar cómo se enfrenta el llanto nocturno de esta adorable nueva creatura. Así es, porque esta queja infantil puede ir desde un discreto vagido hasta un grito meningítico que atrae hasta a los carabineros por sospecha de maltrato infantil…

Como el llanto nocturno y persistente es muy frecuente, además de germen de conflictos familiares, hay que asegurarse de que el recién nacido no esté enfermo, lo que habitualmente no ocurre. Descartada una dolencia, hay que enseñar a la nobel madre a bajarle el perfil a esta ruidosa situación. Para ellas van estas siete recomendaciones:

La primera es promover la lactancia natural. ¡Nada de leches de vaca! Provenientes de animales engordados con deletéreos para que den más leche, que habitualmente le causarán intolerancia o cólicos al bebé y, por ende, gritos toda la noche por el insoportable retortijón.

En segundo lugar y muy relacionado con lo anterior, hay que desarrollar el hábito de no cambiar de pecho al bebé sin que finalice la mamada. La leche del final del amamantamiento es la que más alimenta porque tiene un mayor contenido en lacto albúminas y grasas no saturadas. Por tanto no es recomendable cambiar al bebé de pecho antes de que se termine la mamada. La madre sabe que su guagua ha vaciado el pecho cuando éste esté completamente blando. Para el bebé tenga una lactancia correcta debe mamar y vaciar ambos pechos en cada ocasión.

La tercera es educar a la madre para que su guagüita se desarrolle en forma armónica, es decir mantenerlo poco en brazos y acostumbrarlo a que aprenda a consolarse solo.

El cuarto ítem es abrigarlo lo necesario y nada más. La ropa de algodón en invierno y de lino en verano es siempre lo mejor, porque es natural y no le producirá alergias cutáneas ni lo hará traspirar. Dentro de lo razonable ¡Nada de abrigos térmicos! hechos de caucho sintético, el impropiamente llamado Nylon.

El quinto punto es mantener el hogar en un razonable silencio mientras el bebé duerme en el día, si, en el día, porque es en sus cortos ciclos de sueño y vigilia diurnos del primer trimestre de la vida cuando la guaguacita desarrolla los cursos de sueño armónicos, que serán claves para su estabilidad anímica y posterior el desarrollo psicológico normal. Obviamente, esto es aún más importante en la noche.

En sexto lugar y muy relacionado con el anterior, está el erradicar la pésima costumbre criolla de meter el bebé en la cama de los padres cuando el niño no quiere dormir. No me refiero al natural deseo de regalonearlo un poco, claro que no. Describo, la mala y sistemática costumbre de que el niño duerma en la cama matrimonial. Se corre el peligro de aplastar y asfixiar al bebé. Asimismo se potencia el explicable deseo de que la creatura se acostumbre a dormir entre los padres y luego no habrá manera de sacarlo de allí.

La séptima recomendación tiene que ver con el baño en tina. Este puede ser diario y de preferencia en la tarde o noche, ya que cumple con un formidable papel sedante. Siempre les insisto a las mamás que no bañen al niño en la mañana, porque dormirá gran parte del día y llorará toda la noche, sino que lo hagan en un horario vespertino. Aparte de las bondades higiénicas del buen baño tibio, está todo lo relacionado con la sedación natural y la estimulación psicomotriz.